domingo, 27 de septiembre de 2015

Con el tiempo...


Tristemente, no estoy en tus notas,
en ese antiguo acordeón que me recuerda el instinto
Volveremos a cruzarnos y quedarnos como estatuas.
Tu mirada seguirá mis pasos, y mis oídos tus notas.
Podemos volver a empezar, sin que sepas de mí, sin que sepa e ti.
Guerreros, armados con versos en todos los idiomas.
Viviremos el vértigo y viviremos la levedad del ser, pero no será insoportable porque cobraremos más importancia. Nos sorprenderemos cada día.
Fluiremos según el tiempo.

Voy a poder con todo.
Empiezo a ver quién puedo y quiero ser.
Sólo no debo decaer, ni aburrirme en este mundo.
Mantener mis fuerzas.
Me apetece verte, Mundo.
Me apetece sentirte, beberte, bailarte.

Tu piel roja, tostada por el sol,
tus piernas visibles con tus escasas tela,
tus manos acariciando esas teclas que reducen mi mente y cuerpo
a una esencia etérea y volátil que vuela en tus compases.
Tus rizos salados por el mar,
y esos caracoles encima de tus labios, tentándome.
Tus pies descalzos, dándome los buenos días,
y tu voz confusa con tanto idioma me sonríe a pesar de los errores.

Y me preguntas. Y no se responderte mas que mueves en mí sentimientos que había creído extintos.
Y que me gritas sin gritarme con tus ojos acolchados, y porque me siento pequeña, se que esto no es sano.
No el deseo, no la admiración, no el apreciar cada gesto,
sino el comenzar pensando que no puedo, que eres inalcanzable,
y que soy más pequeña, frágil e inútil. Mentira.
Porque podía protegerte si se derrumba el cielo, quererte, en lo malo y en lo bueno. Darte espacio, pedirte espacio. Sentirte cerca y aceptarlo. Con el tiempo

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